La Carnegie Foundation for the advacement of teaching (Fundación
Carnegie para el avance de la enseñanza) es un reconocido centro de
investigación norteamericano independiente que se ha erigido durante el último siglo
como pionero en la innovación e integración educativa, siendo sus principales
objetivos: hacer del aprendizaje una actividad entretenida para todos los
estudiantes, mejorar el aprendizaje a través de intervenciones educativas
efectivas y aumentar la eficiencia del uso de los recursos educativos.
Sus constantes investigaciones la
han convertido en referencia para la innovación de la educación superior. Recientemente
tuve la oportunidad de leer su reporte acerca del futuro de la educación médica,
producto del estudio realizado en varias escuelas de medicina seleccionadas a
través de un riguroso protocolo. En el mismo se discute de forma exhaustiva el
asesoramiento curricular para la transformación educativa de las antiguas escuelas
de medicina (basadas en disciplinas) hacia las nuevas escuelas de currículos
integrados, la influencia de los estudios hechos por Flexner en 1910 sobre la
historia de la educación médica norteamericana y los novedosos enfoques y
teorías del aprendizaje que recomiendan implementar en la actualidad. Sin
embargo, la palabra profesor no
tiene cita que vislumbre sobre su futuro.
Para que exista educación de
calidad son necesarios, al menos, tres factores: un estudiante con
determinación, un ambiente agradable y un profesor comprometido; y es acerca del
futuro este último que quiero ahondar en esta primera oportunidad.
He sido partícipe de los grandes
esfuerzos que ha hecho mi escuela en la discusión, elaboración y promoción de
un currículo acorde al cambio de paradigmas que ha sufrido la educación, en
respuesta al plan estratégico 2007 de la Universidad Central de Venezuela (que genera el compromiso de desarrollar en cada una de sus
escuelas y facultades, currículos basados en perfiles de competencia
profesional antes del año 2012); en busca de esa anhelada integración y
transdisciplinariedad que tanto favorecerá la formación de nuestros
profesionales.
En este particular la literatura
sobre la transformación curricular acusa, con suficientes pruebas, a los
profesores como principales obstáculos de la misma. La resistencia al cambio,
habituación, desmotivación, impericia tecnológica y desactualización, son
mencionadas con frecuencia, y a pesar de algunos sinsabores se ha logrado
vencer esa resistencia convenciendo y conquistando poco a poco a parte del profesorado
con los beneficios de este cambio.
Sin embargo, esta titánica tarea
merece una observación. ¿Quiénes serán los profesores del futuro?
No es sorpresa para muchos la
dificultad que actualmente sufre el gremio docente y la universidad per se, por causa de salarios insuficientes
y recortes presupuestarios que han atentado contra la infraestructura de
auditorios, salones de clase y laboratorios, entre otros. Causas que han
apartado, desmotivado y mermado a plantillas docentes de innumerables cátedras,
siendo las más afectadas aquellas que dictan ciencias básicas.
Existe una tendencia en
considerar que estos problemas de la educación no se van a resolver hasta que
no cambien cuestiones estructurales referidas a políticas educativas,
financiamiento de la educación, recursos asignados, entre otros. Esta postura
ya no se justifica puesto que conduce a una parálisis operativa, resumida en la siguiente frase “hasta que no
cambie el sistema yo no puedo hacer nada”.
El currículo es importante, pero hoy
por hoy las estrategias
para cautivar y formar nuevos profesores universitarios también lo son. El
profesor universitario está en vías de extinción.
La formación de un docente
comienza mucho antes de asumir un curso de didáctica, comienza con las propias
experiencias como alumno. Es por esto que las distintas autoridades
universitarias deben volcar sus esfuerzos en la formación docente de nuestros
estudiantes. Y son los preparadores, estudiantes quienes durante el pregrado cultivan
su interés por las experiencias de aprendizaje/enseñanza, sus mejores
sustratos.
Es necesaria la creación de un programa de formación de formadores en
ciencias de la salud dirigido a estos estudiantes y a los jóvenes
profesores. Un programa que esté diseñado por un comité docente calificado que
certifique la calidad de sus egresados, que forme a la nueva ola de profesores
que refrescará las aulas de nuestras universidades nacionales.
Promuevan y premien la
participación de estudiantes en estas actividades educativas, considérenlos sus
grandes aliados en la formación profesional de sus homólogos. La educación
entre pares tiene innumerables ventajas respaldadas por la literatura. Muchas
universidades han compensado el déficit de profesores a través de dinámicas centradas
en la educación entre pares, dirigiendo
la carga docentes a la formación de ayudantes y preparadores y a la supervisión
de sus labores.
Aseguren su permanencia en las
cátedras y catalicen la continuidad de su formación con estudios académicos de
cuarto nivel en dicho perfil, es imperdonable perder a ese aliado una vez
conquistado.
Fomenten en ellos las nuevas
filosofías educativas e incorpórenlos en las comisiones curriculares, representan
un lienzo virgen sobre los que pueden trazar los nuevos diseños, en vez de
gastar energías en el cambios paradigmas. Exploten y nutran las competencias de
estos potenciales docentes de la era digital y obtengan al hacer reaccionar estos compuestos a un futuro profesor universitario.
Son los estudiantes, a través de
estos espacios y oportunidades, quienes podrán proponer las transformaciones e
intervenciones más oportunas y eficaces en su aprendizaje; y también quienes
lograrán esta evolución que tanto ha demorado.
Sí recuerdan la razón
por la que decidieron ser profesores universitarios la mayoría evocará a un
virtuoso profesor quién les demostró que la educación y el ejemplo representan
la mejor forma de cambiar al mundo. El aula sigue siendo el escenario con mayor
repercusión en el futuro de una sociedad. A partir de hoy brinden el mejor
ejemplo a sus estudiantes viendo en ellos a sus potenciales sucesores y colegas
dentro del alma máter.
Un currículo integrado es tan
bueno como sus futuros profesores.
Dr. Theodorakys Marín Fermín
Publicado en el impreso Linotipos de los Talleres Gráficos Universitarios de la Universidad de Los Andes. Año VII, número 3.